El cortoplacismo es uno de los males que va intrínseco en la mente de la mayoría de emprendedores. Y es que, aunque no queramos es muy humano intentar llegar a la meta lo antes posible.

 

¿Qué es el cortoplacismo en término de negocios?

En este caso, hablamos de alcanzar el umbral de rentabilidad para no tener que poner más dinero en nuestro proyecto de emprendimiento, o de obtener beneficios lo antes posible. Por ello, qué duda cabe de que todos queremos que el plazo sea lo mas corto posible para cumplir estos objetivos deseados por cualquier empresario.

En un mundo donde todo funciona y se desarrolla a una velocidad de vértigo, parece improbable que algunas cosas requieran su tiempo, pero, mal que nos pese, en los negocios (al menos en los lícitos), es así. Y lo peor de todo es que aun sabiéndolo, no podemos evitar caer en la inercia del corto plazo.

Lamentablemente, esta actitud es más habitual de lo que parece. El emprendedor no dedica el tiempo que su negocio merece, y en ocasiones, cuando está prácticamente rozando sus objetivos con la punta de los dedos, la venda creada por esta presión y actitud del cortoplacismo no le deja verlo y tira la toalla.

¿Cuánto tiempo tarda un negocio en crecer o dar beneficios?

A menudo, las personas construyen planes de negocio a uno, dos o tres años vista, como máximo. Y en parte, más vale tener este plan que ninguno, pero sin duda, a un negocio no le deberíamos dar menos de cinco años para despegar.

Sabemos que muchas personas optan por hipotecarse en una casa a 30 o 40 años. Obviamente no podemos plantearnos la compra de una vivienda a corto plazo, salvo que haya heredado, especialmente si se es joven. Entonces ¿por qué un negocio que es el que presuntamente terminará pagando la vivienda lo planteamos a tan corto plazo de vista desde todos los puntos (tesorería, lanzamiento, consolidación, beneficios…)?

Las versiones cortoplacistas nos llevan a menudo a realizar un plan de negocio inadecuado y obviamente de tesorería, lo que lleva al desánimo y al fracaso en muchas ocasiones. Y todo ello tomando por descontado tensiones emocionales y ansiedad, que pueden perjudicar no solo a nuestro proyecto, sino también a nuestra salud.

Aunque cada proyecto es un mundo, en la mayoría de casos todos necesitan un tiempo de maduración que no suele ser corto. Olvidemos lo de ganar dinero el primer año, o de pensar que un negocio no necesita circulante porque se autofinancia. Pensemos que el negocio necesita, aparte de ser un buen proyecto, su tiempo para florecer.

Además, personalmente soy de la opinión de que los negocios que necesitan más tiempo de maduración son finalmente los más duraderos, o bien porque necesitan generar fondo de comercio, fidelización, o simplemente porque el producto o servicio requiere de un tiempo de penetración en el mercado. Es lógico pensar que, si es fácil para mí, también será para otros, por lo tanto ¿cuánto tiempo nos costará?

Si bien el don más importante que puede tener el emprendedor es el de resistir, también es el menos habitual. Y es por ello que contar con esta visión de largo plazo, nos permitirá, probablemente, dejar muchos proyectos competidores atrás en el camino y nos encontraremos en el futuro con un mercado menos repartido y más tarta del pastel.

Lo fácil, es sencillo de implementar por parte de muchos, por lo que no nos interesan los cortos plazos como visión, y ni si quiera son cortoplacistas los negocios vendidos como tal independiente del sector; moda, coyuntura económica, social, etc. y menos, en un mundo tan cambiante como este.