No quiero parecer un flojo, pero es dar las tres de la tarde del viernes y salgo disparado por la puerta del despacho. Con la euforia desbordada del escolar que abandona el colegio el último día antes de las vacaciones, corro escaleras abajo mientras me quito la corbata. Ceferino, el conserje,  no asimila este arrebato de espontaneidad que se repite semanalmente y, pegando a la pared su cuerpo enjuto de castellano viejo, me cede el paso mientras arquea una ceja desdeñosa al verme salir de esta manera.

No me importa. Empieza el fin de semana – Dios salve a la Reina del país inventor del weekend – y solo quiero aparcar la semana laboral y dirigirme, entre gorgoritos de alegría, al bar de Patxi para mantener una conversación a la altura de mi estado de ánimo. Y los viernes, como se intuye, no estoy para hablar de Kierkegaard, Trump o de las miserias y virtudes del sector de la compraventa de empresas y las franquicias. Busco el encefalograma plano durante dos días y, siendo cierto que no siempre es posible, no es menos cierto que Patxi no me complica la existencia. Con su maestría habitual tira una cerveza tostada  fresquita y hablamos con denuedo de nada importante. Comienza un fin de semana ideal que procuro mantener en esta línea de desenfado las 48 horas siguientes.

Los que me quieren, lo saben y, normalmente, lo respetan. Pero, indudablemente, mi cuñado, no se encuadra en este colectivo. Definitivamente, conserva ese odio cerval del macho alfa que siente que un intruso le ha arrebatado a una hembra de su manada; a su hermana. Una actitud primitiva pero real y desasosegante. Lo cierto es que por amor y respeto a mi santa frecuento a este espécimen con alguna asiduidad y, por supuesto, se encarga muy mucho de romper la magia de mi merecidísimo periodo de desconexión mental.

Es verme de lejos y sacarse de no sé dónde un “Expansión”, un “Emprendedores” o un ”Franquicias y negocios” para devolverme de golpe a la realidad. Le da igual que sea sábado. Entiende que por trabajar con corbata tengo línea directa con los mentideros de Wall Street.

Con la flema que me caracteriza he tratado de transmitirle que los fines de semana, igual que él no se desplaza por la ciudad con la apisonadora de obras públicas Wacker Neuson que pilota en su trabajo, – aunque seguramente le gustaría –   yo no encuentro placentero sorprenderme a mí mismo enzarzado en charlas familiares sobre franquicias y negocios. Pero no lo entiende. Es más creo que piensa que me regocija el tema tanto como a él. O, lo que es peor, tal vez sabe cómo me perturban sus ínfulas empresariales y, aunque no le interese mi opinión, acude a mí con todo tipo de preguntas sobre franquicias solo para fastidiarme. Después de todo le he arrebatado a su hermana y para el Neandertal medio eso resulta imperdonable.

 Consejos para elegir una franquicia. El método CU-ÑA-DO

Sabiendo que mi cuñado no cambiará este hábito que tanto le satisface, he elaborado una guía con los consejos que, habitualmente, ofrezco a mis clientes para seleccionar una franquicia. Estos, a diferencia de aquel, acostumbran a remunerar mi asesoramiento, pero si con este acto desinteresado logro que mi cuñado respete mi fin de semana, me doy por bien pagado.

Así que, querido cuñado,  ahí van uno cuantos consejos para que tú mismo puedas evaluar si esas franquicias, con las que sábado tras sábado me atormentas, son interesantes para un primate entrañable como tú. Vaya por delante que hay pocos negocios en franquicia relacionados con el apasionante mundo de las compactadoras monocilíndricas de suelos. En tu honor he bautizado este proceso como el MÉTODO CU-ÑA-DO de selección de franquicias. Dice así:

 

  1. CUmprende que implica emprender en franquicia. Existen derechos, pero también obligaciones.

La franquicia es una fórmula de asociación comercial en la que, en virtud de un contrato de franquicia, dos empresarios independientes se vinculan voluntariamente durante un periodo determinado y, posiblemente, ampliable. El franquiciador cede temporalmente el uso de su marca, transmite su saber hacer y ofrece una asistencia inicial y continuada. El franquiciado pagará el canon de entrada y los royalties que se definan. Gestionará el negocio en la zona asumiendo las inversiones para su implantación y la contratación del personal. Aportará, adicionalmente, su conocimiento del mercado local.

El emprendedor se beneficiará de la marca, experiencia e inversiones del franquiciador y la red acumuladas durante años de actividad y en distintos mercados. Igualmente accederá, en un entorno altamente competitivo, a las innovaciones realizadas por la franquiciadora a través de sus centros propios y franquiciados. Participará de las economías de escala– en marketing, aprovisionamiento, proyectos de inversión… –  derivadas de pertenecer a una red y contará con el apoyo continuado de la franquiciadora. El franquiciado no está solo.

En contrapartida exige someterse a la disciplina de red, entendiendo que la propia libertad como empresario termina en aquellos actos que puedan perjudicar al conjunto de la red o a la imagen de marca. Contractualmente, el franquiciador fija límites que deben ser respetados.

Adicionalmente el franquiciado debe aceptar una serie de obligaciones financieras –  cánones de entrada y royalties – y/o compromisos comerciales – exclusividades zonales, de abastecimiento – por los servicios que recibe.

Querido cuñado: ¿Eres un jugador de equipo?, ¿Eres capaz de valorar las ventajas del sistema o para ti pesan más las contrapartidas que se te exigirán?, ¿Hay lugar en el sistema solar para iniciativas más brillantes que las tuyas?

 

  1. ÑAdie da duros por pesetas. Asume que existe un riesgo.

Emprender en franquicia modula el riesgo del proyecto empresarial, pero en ningún caso lo suprime.  Limitarlo exige tener en cuenta cinco factores:

  1. Optar por un modelo de franquicia realmente contrastado en el tiempo en distintos mercados y coyunturas económicas. La trayectoria como red en franquicia, no solo los resultados de los centros propios gestionados por el franquiciador, es fundamental.
  2. Elegir una franquicia que se adapte al propio perfil. Simplemente hay proyectos que no se adecuan a nosotros. Hay que ser honestos al tener en cuenta esto; somos lo que somos y no lo que nos gustaría ser.
  3. Elaborar un plan de negocio personalizado y contrastarlo con el aportado por la franquiciadora. Es fundamental.
  4. Gestionar el negocio y dedicarle tiempo. Aunque adquieras la mejor franquicia sin gestión y dedicación fracasarás. Quien tiene tienda que la atienda.
  5. Haber pagado por un saber hacer, recomienda aplicarlo. Se humilde, no sabes más que el franquiciador y la red. Las ideas nuevas somételas a la consideración de la central.

Querido cuñado: tu plan de negocio de “montar un negocio bueno para trabajar menos y forrarte porque tú lo vales” … ¿se ajusta a estos factores?

 

  1. DOspacito y con buena letra. Dedica tiempo a seleccionar tu franquicia y se sistemático.

Si asimilada la dinámica del sistema de franquicia y habiendo asumido que existe riesgo y que hay que esforzarse para limitarlo, se valora que la franquicia es la fórmula de emprendizaje idónea para el proyecto empresarial debemos aplicar, escrupulosamente, cuatro pasos para seleccionar nuestra franquicia. A saber:

  1. CONCRETAR: Existen multitud de sectores en franquicia. Define el sector de tu interés considerando tu experiencia personal y profesional, capacidad de inversión, tesorería, mercado local y expectativas.
  2. PRESELECCIONAR: Analiza las enseñas que componen el sector. Infórmate sobre ellas a través de revistas, presentaciones, internet, ferias y asesores en franquicia. Para reducir riesgo apuesta por proyectos consolidados, especialmente si careces de experiencia en el sector. Haz una preselección de enseñas de interés.
  3. ANALIZAR: Recopila de cada enseña preseleccionada la información a la que legalmente tienes derecho – recogida en el denominado Dosier de Información Precontractual (D.I.P.) y definida en el RD 2485/1998 y siguientes que lo modifican – y analízala en profundidad (mercado, concepto de negocio, central franquiciadora y contrato). Legalmente debes disponer, como mínimo, de 20 días antes de firmar ningún acuerdo. Valora y compara las prestaciones y exigencias de cada enseña. Elabora tu plan de viabilidad; contrástalo con el de cada franquiciadora.
  4. VERIFICAR: Elige tu enseña y conoce a las personas que forman el proyecto. Valora la estructura asistencial de la central franquiciadora. La proximidad es un valor añadido. Entrevístate con al menos dos franquiciados de tu elección y, si es posible, visita su local y contrasta la información recibida de la central franquiciadora con ellos. Si te es posible cuenta con consultores de franquicia especializados en el proceso de selección de la franquicia. Puede ser tu mejor inversión.

Querido cuñado: ¿qué tienes que ver tu con hacer cualquier cosa de manera sistemática? Salvo tu capacidad de aturdirme cada fin de semana no creo que sea una gracia que te adorne.

Cualquier día se lo entrego, pero no estoy seguro de que sepa leer.